El mar acariciaba las rocas de la playa y Alfredo estaba
allí, mirando el horizonte, sus pensamientos estaban puestos en aquella hermosa
mujer que lo había seducido.
Dicen que cuando un hombre se enamora, se torna
nostálgico, sonríe a cada rato, aun sin motivos y se torna mucho más agradable
en el trato.
Sus compañeros estaban felices y él también. Había dejado
de ser ese compañero mal humorado para convertirse en una persona magnífica.
Todos sabían que ese cambio se lo debía a la nueva directora de la empresa
donde trabajaba. Gladys era muy elegante, eficiente y cordial. Quién no se
enamoraría de alguien así...expresaba algo celosa Fabiana, su compañera de
oficina. Ella había amado en silencio mucho tiempo a Alfredo, pero ese silencio
hizo que un día lo perdiera...
La vida es así, que le voy a hacer...quedaré solterona,
pensaba mientras los veía sonreírse y caminar juntos tomados de la mano rumbo a
la oficina.
La magia dicen que dura poco, pronto el mago comienza un
nuevo truco y un día la
directora
anunció que se marchaba de la empresa. Viajaría con su propietario rumbo a
Venezuela, donde había comprado una compañía. Según sus palabras sería allí la
administradora, triplicando su sueldo y estaría más cerca de Las Vegas, el
lugar donde deseaba ir a vivir, un lugar lleno de magia, luz y vida. Nos decía
¡¡¡Alfredo
encontrará una buena chica!!! Pobre, él es tan falto de iniciativa que
seguramente terminará su carrera como empleado administrativo, yo...no puedo
darme el lujo de casarme con una persona tan conformista. Si lo ven, díganle
que le deje saludos, un beso para todos, chauuuu...
La miraron marchar sus compañeros, con un poco de
envidia, ella sí que la tiene clara murmuró el cadete Santiago, mientras le
llevaba un café a la oficina de Alfredo, que desde ese día dejo de caminar por
la Costanera...
Narrativa del libro Semillas para el Alma, de Nestor O Salgado, escritor de Argentina
Su Página Web: http://nestorosalgado.blogspot.com.ar/
Muy buen relato
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