sábado, 1 de noviembre de 2014

El hombre del tren.




Alba camina por el andén, el tren está a punto de llegar, se siente feliz, nuevamente pasará sus vacaciones en ese bello pueblo de la costa, donde veraneaba habitualmente, hasta que conoció a Alberto, su esposo, con el que compartió cinco gratos años, pero  un fatal accidente de coche le robó la vida, dejándola sola a sus veinticinco años. Ya casi recuperada anímicamente, se reencontrará  con sus viejos amigos de todos los veranos, desde que era una niña, muchos visitantes de estación, como ella, otros habitantes fijos de la localidad, a pesar de cada cual sigue su camino, mantienen viva la amistad y este tiempo estival les retorna a su adolescencia, algunos solos, como Alba, otros con sus parejas.

 Llega el tren, alba sube al vagón, busca donde acomodarse, frente a ella, un hombre moreno, atractivo, le resulta conocido, le viene la imagen de la cafetería de la estación, estaba allí, sus miradas se cruzaron en varias ocasiones, aunque  ella no le dio más importancia,  esos ojos quedaron grabados en la  memoria, él, le sonrió, la muchacha fingió no darse cuenta, saca un libro de su bolso y se sumerge  en la lectura, aunque se siente  observada, así hasta llegar a su destino, las tres horas de viaje, el no deja de mirarla y ella, con disimulo,  también a él, le complace aquella situación, pues es un hombre muy atractivo. Llegan a su parada, ella se levanta  y sin mirar atrás desciende  del tren. En la puerta de salida, la espera  su amiga Isa, de camino a casa, no puede  dejar de pensar en esos ojos turbadores, que la han  hecho sentir viva de nuevo, ese hormigueo en el cuerpo que ya no recordaba, pero no merecía la pena pensar en eso, es imposible coincidir nuevamente, quien sabe hacia dónde viaja ,ni cuál es su vida…

Esta noche la pasará  en casa de su amiga, mañana acondicionará  la suya,  desde que sus padres han  dejado de viajar allí, permanece  cerrada. Las dos mujeres cenan  tranquilamente y después de varias horas conversando en la terraza,  el  calor  es agobiante ,  el cansancio vence a Alba , se ha  va  a descansar, al día siguiente hay  mucho que hacer.

Por la mañana temprano, después de desayunar, las dos mujeres salen  hacia el centro comercial,  van de compras, pasean, Alba no logra dejar  de pensar en aquel hombre del tren, sonríe  sitiándose ridícula, Isa viendo  la  expresión de su amiga, intuye lo pasa por la mente de su amiga.  Es  la hora de almorzar, buscan  algún lugar frente al mar, el viejo restaurante donde se reunía la pandilla, ahora reformado, está precioso, el camarero  les indica donde sentarse y  les toma nota, entra  en el  local una pareja, la mujer saluda a Isa, el semblante de los dos es serio, aunque la expresión de él  cambia al ver a Alba, era el hombre del tren, al instante, sus miradas se encuentran , pero ella piensa  el sinsentido de aquello ,él está  con alguien. Isa observa  la reacción de su amiga, al ver aquel desconocido.

Regresan y  se dirigen  a la casa de Alba, entre las dos la pondrán  a punto, mientras trabajaban, Isa  pregunta  a Alba, ella le cuenta  que ese es el hombre del tren, Isa no sabe quién es ,conoce  a su acompañante de coincidir en la panadería , vive en la localidad desde  algún tiempo, pero no sabe  de su vida, es una mujer solitaria, poco amigable. Al finalizar sus tareas, las dos amigas se despiden  hasta noche, que se encontrarán  con todo el grupo, saldrán  a cenar y después a bailar a la playa, se celebra una fiesta marinera.

Llegan las dos al punto de encuentro, a todos se sienten alegres  con la presencia de Alba, la muchacha luce  muy bella, los años le habían tratado bien, a pesar de que no todo no ha sido  fortuito en su vida. Después de una cena informal, risas, bromas, cantos, marchan a la playa, comienza a sonar la música de la fiesta. La carpa es  enorme, muy bien decorada, invita a disfrutar de la noche sin pensar en nada más. Alba se divierte  como una adolescente ,baila ríe a carcajadas ,conversa  con unos y otros, el calor es intenso y con tanta gente es más intenso por lo que decide  salir a tomar un poco el aire, en el exterior  unos bancos con forma de columpios, a ella de siempre, le encantaron ,sentada  allí, mira  las estrellas, como si pensara que Alberto la ve  desde donde se encuentre, ella  así lo siente ,lanza  un beso al cielo, tras ella una sombra se dibuja en la arena, un tanto sorprendida, se da la  vuelta ,es el hombre del tren, con unas copas de champagne, ofreciéndole una. Su nombre era Sergio , es  psiquiatra, la mujer con la que lo vieron  es  una paciente, en otro tiempo mantuvieron  una relación personal, pero eso es pasado, cuando cae en una  crisis, lo llama, el acude a ayudarla ,pero como profesional y amigo. La conversación es  muy grata, ese hombre le inspira tanta ternura y confianza, como si se conocieran  de mucho antes, hablan ,pasean  por la playa hasta el amanecer.
Las luces del día, embellecen  a Alba e iluminan  la sonrisa de Sergio ,de pronto caminan tomados de la mano, en esas horas compartidas, la complicidad surge  entre ellos, los dos sienten   que aquello es  un amor a primera vista, desde el momento en que se vieron en la cafetería de la estación. Llega  el momento  de regresar a casa, la fiesta  se acabó hace horas, pero ellos inventaron la suya.
 Los primeros rayos de sol, son  testigos de aquel apasionado beso, que es el comienzo de una hermosa historia de amor.
 Magda Jardí
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