Ernesto se sentía encarcelado en una vida monótona, la rutina acabó con la magia de su matrimonio, de lunes a viernes de casa al trabajo, los fines de semana en casa, algún paseo, aburridas reuniones familiares o con algunos viejos amigos tan rutinarios como ellos. Por su trabajo, Ernesto era hábil manejando ordenadores, en casa lo usaba para entrar en páginas de juegos virtuales, un día sintió curiosidad y buscó webs de conocer gente, era fácil registrarse, así que no lo pensó, se hizo un perfil, simplemente buscaba personas solitarias como él con las que conversar.
Comenzó entrando a ratos desde el trabajo, era gerente de una pequeña sucursal bancaria, disponía de un despacho para él, aislado de los compañeros, en pocos días agregó a varias personas, casi todas mujeres, de momento tan solo intercambiaron saludos, llegó a pensar que aquello era bastante aburrido hasta que recibió una solicitud de amistad de una bonita y sonriente mujer, aceptó mecánicamente, a pesar de su decisión de borrar su perfil, la curiosidad le venció, dejándole un mensaje de bienvenida ,por el momento sin respuesta, al llegar a casa, su esposa había salido, en la televisión no había nada que ver, pensó en entrar al ordenador, se conectó a la página, sonrió su mensaje obtuvo respuesta, ella le devolvía el saludo muy cariñosa, era una mujer que vivía en una ciudad cercana, su nombre era Alicia, decía ser casada, pero aburrida de la vida que llevaba, su esposo viajaba constantemente, eso los había distanciado, la soledad la llevó a buscar amistades en internet, sus amigas tenían sus vidas ocupadas, hijos, maridos, sin tiempo para amigas, Ernesto pensó que había encontrado a la amiga perfecta, casada como el, con necesidad de comunicarse.
En poco tiempo, esa amistad se fortaleció de tal manera que se convirtieron en confidentes, la relación de Ernesto con Maribel, su esposa, moría lentamente, ella prefería visitar a sus hermanas, con las que pasaban el rato criticando al entorno, que buscar actividades que compartir con Ernesto y los chicos, Mónica de catorce años, si necesitaba consejo, buscaba a su padre y Pablo de dieciséis, negado para los estudios, pasaba su tiempo callejeando con los amigos, que no todos eran agua clara, a pesar de que otras madres advirtieron a Maribel, esta decía confiar en su hijo. Ernesto recuperó la ilusión pensado en sus encuentros virtuales con Alicia, se lo niega a si mismo pero se está enamorado de ella, se vieron en una ocasión por cámara, tenía los ojos más alegres que nunca imaginó, su voz era dulce, la forma tan espontanea en que se expresaba le cautivo, ella dijo que la había hechizado, esperaba a un hombre serio, como aparecía en su foto, Ernesto siempre fue alegre hasta que su vida se tornó gris, pensó en invitarla a tomar café si a ella le parecía correcto, en la próxima conexión se lo diría, le apetecía tanto conócela en persona, solo compartía su sueño con Isi, un viejo amigo, que estaba al corriente de su situación familiar, él vivió una historia similar, pero siendo paciente y luchando por recuperar la atención de su esposa las aguas volvieron a su cauce, ahora estaba mejor que nunca, aconsejaba a Ernesto mucha prudencia con Alicia, este le quitaba importancia, aunque para él tenía mucha, más de lo que aceptaba.
Llegó esa esperada primera cita, decidieron encontrarse en una ciudad próxima a los dos, siendo ambos casados, Ernesto pensó que era lo más conveniente, quedaron en una cafetería junto a la estación de ferrocarril, Alicia se desplazaría en tren, Ernesto llegó unos minutos antes de la hora acordada, ella unos segundos después, entró un tanto despistada, pues el local era grande, en cuanto el la vio, nervioso, acudió a su encuentro, se saludaron besándose en la mejilla, por fin estaban uno frente al otro, buscaron mesa en una rincón tranquilo, la conversación era amena y relajada, reían, aunque lo evitaban, sus miradas se encontraron, quedando fijas unos instantes, con ese gesto ambos reconocieron la atracción que sentían el uno por el otro, aunque los dos sabían que aquello era terreno peligroso, repentinamente Alicia se levantó, excusándose que debía tomar el tren, Ernesto la acompañó a la estación, se despidieron en la entrada, ella siguió caminando sin mirar atrás, quedaron en verse por la noche en el ordenador, Ernesto regresó a su casa, en su interior una lucha de emociones, alegría por saber que aquella mujer era real, el aroma de su perfume le acompañaba, tristeza por tener que despedirse de ella, Alicia en el tren, miraba por la ventanilla, ella sabía que aquello no estaba bien, su esposo era un buen hombre, pero Ernesto era diferente, lo mejor sería acabar con aquello, aunque no pudo evitar a la hora de siempre estar frente a su monitor, esperando que él se conectara.
Ernesto vivía en una nube, pendiente de los mensajes de ella, de las historias que le contaba, ausente de su vida real. Una tarde, su hijo Pablo llegó a casa ensangrentado, cojeando, silencioso se encerró en el baño, necesitaba asearse, nadie debía verlo de ese modo, él y uno de sus amigos atacaron a un chico que simplemente no les gustó su aspecto, pero el muchacho no estaba solo, otros chicos acudieron en su ayuda, siendo Pablo y su compañero las presas, pero Ernesto estaba ocupado en el ordenador y Maribel, como era su costumbre, no se encontraba en casa, tan solo Mónica vio a su hermano en ese estado, ella le ayudó, prometiendo guardar el secreto, antes Pablo estaba siempre cerca, ahora había desaparecido como padre, sus hijos se sentían abandonados por sus padres.
Isi llamó a Ernesto, habían pasado semanas desde su última conversación, en la que pidió precaución con aquella mujer, le invitó a tomar unas cervezas el viernes, tiempo atrás se encontraban una vez al mes, pero sin motivo perdieron esa costumbre, Isi quería saber si había solucionado su situación familiar, pero Ernesto solo sabía hablar de Alicia, le puso al corriente de su encuentro, de lo maravillosa que era, planeaba verla de nuevo a ver qué pasaba en esta ocasión, Isi, nuevamente trato de hacerle ver que era un error, además le invitó a reflexionar que aquello era demasiado sencillo, Ernesto no le dio importancia, era una mujer que se sentía sola, no había otro misterio.
Tal como comentó a Isi, Ernesto propuso a Alicia una nueva cita, su amistad era muy sólida, así que Alicia aceptó, aunque Alicia sugirió encontrarse en la ciudad de ella, es más, si le parecía bien a él podían verse en su casa, así estarían más tranquilos, se sorprendió, aunque le pareció una buena idea, la tarde del sábado, aprovechando que su esposa y sus hijos viajaban ese fin de semana a visitar a los abuelos, estaría libre, sería perfecto. El sábado, Ernesto pasó la mañana intranquilo, deseando que su familia tomara el tren y llegara la hora de salir al encuentro de Alicia, después de almorzar, sacó el automóvil del garaje, y se encaminó hacia la ciudad donde vivía ella, les separaban cinco kilómetros, en unos minutos estaba allí, buscó la dirección que ella le indicó, era fácil llegar, aparcó a unos metros del portal de Alicia, caminó despacio, llamó al timbre ,ella abrió desde arriba, subió deseoso de ver aquella mujer que lo había enloquecido, al llegar al rellano la puerta estaba abierta, lo esperaba vestida con una con una camiseta, a Ernesto la miró atónito, el deseo por ella aumentó, Alicia cerró la puerta tras él, sin mediar saludo, ella lo abrazó, él la besó como si jamás hubiera conocido mujer, la temperatura entre ambos subía por segundos, la camiseta de Alicia cayó al suelo, Ernesto la contemplaba desnuda, le parecía la mujer más hermosa que nunca vio, después de unas caricias y jugueteos, hacían el amor sobre la moqueta del salón, Ernesto vio anochecer entre los brazos de Alicia, era incapaz de levantarse, se sentía exhausto, aquella mujer era inagotable, Ernesto gozó como no pensaba que fuera posible, Alicia le invitó a pasar la noche allí, estaba tan cegado por ella que aceptó, tomaron una cena ligera, le sorprendió con unas fresas con nata y champagne de postre, viéndola tomar las fresas despertaba más deseos de ella, la noche fue calurosa e intensa para Ernesto. A las diez de la mañana , él ,despertó, la contemplaba dormida, desnuda, sobre la cama, su rostro angelical, Ernesto imaginaba despertar todos los días junto a ella, llegó el momento de dejar aquel paraíso y regresar a casa, aunque era temprano, su familia a mediodía estaría de vuelta, la despertó con un beso, ella sonrió ,se despidió y siguió durmiendo, Ernesto tomó una ducha, se vistió, melancólico, dejó el piso de Alicia, en el camino de vuelta, recordaba la tórrida noche, esperaba repetir pronto, al llegar a su domicilio, dejó el coche en el garaje, subió, se cambió de ropa mientras esperaba a la familia A la hora llegaron los tres, discutiendo como era habitual, a los chicos no les gustaba acompañar a su madre, durante el almuerzo, Ernesto y Maribel ni se miraron, la distancia entre ellos cada día era mayor y después de la historia con Alicia más aún, Ernesto esperaba la noche, suspiraba por contactar de nuevo con Alicia, aunque simplemente se escribieran, pues con la familia por allí no se atrevía a conectar la cámara, aunque moría de ganas de ver a esa mujer hechicera, después de cenar, Maribel se quedó viendo la televisión, Mónica se fue a su habitación, Pablo salió un rato con sus amigos, Ernesto se encerró en su despacho, con su ordenador, saludó a algunas personas, el tiempo pasaba pero Alicia no se dejaba ver, Ernesto pensó que quizás su esposo hubiera llegado el domingo a mediodía, pero al día siguiente tampoco apareció, pasó la semana y Alicia seguía sin dar señales, a Ernesto, esa situación le inquietaba, mil preguntas volaban en su mente, como era posible que de repente dejara de importarle y si era el caso, por lo menos unas palabras explicando el motivo y la oportunidad de decirle adiós.
Ernesto se sentía mal, triste, mal humorado, necesitaba una conversación con Isi que era más sensato que él, quedaron para verse el viernes por la tarde, Ernesto compartió con Isi su angustia e inquietud, Isi le recordó sus advertencias, Ernesto se aferraba a que posiblemente no podía conectarse por algún motivo, quizás hubiera enfermado, Isi dejó escapar una sonora carcajada, llamándolo ingenuo, Ernesto decidió esperar antes de darla por perdida.
El lunes a media mañana, la secretaria de la oficina bancaria entregó a Ernesto un sobre, lo abrió al momento, parecía importante, venia de una mensajería de reparto urgente, su rostro empalideció al ver el contenido, eran fotos de Alicia con él muy apasionados, junto a las fotos una nota en la que se le informaba de que le llegarían más envíos y si quería todas las fotos en su momento le indicarían que hacer, asustado Ernesto llamó a Isi, su amigo no daba crédito a lo que estaba escuchando, indignado le recordó de nuevo sus avisos, le aconsejo que espera a ver qué pasaba, Comenzó una tortura para Ernesto, perdió el apetito, no conseguía dormir, siempre a la defensiva, aun esperaba que Alicia se conectara, se aferraba a la idea de que ella pasaba por la misma situación que él, la llamaba por teléfono pero nadie respondía, a las dos semanas llegó otro sobre, Ernesto temeroso lo abrió, las fotos eran más comprometedoras que las anteriores, en la nota le pedían cinco mil euros por el disquete y las copias, si no pagaba podían aparecer en cualquier lugar, el ordenador de su hija, el de algún compañero de trabajo, en los cristales de la entidad bancaria, advirtiéndole que lo mejor para él era callar, Ernesto, furioso, confundido, de nuevo llamó a Isi, este le aconsejó que denunciara, pues seguro que el suyo no era un caso aislado.
Esa misma tarde, los dos hombres se desplazaron a la comisaría de policía, avergonzado Ernesto relató su historia, el inspector que le atendió, no se sorprendió, historias como la suya había escuchado unas cuantas, le informó que estaban trabajado en el caso, claramente era una red de extorsionadores, le rogó calma, en cuanto tiraran del hilo que seguían le informarían, aunque era imposible vivir en paz, si pagaba debería aclarar muchas cosas, y si no lo hacía y esa fotos salían a la luz, su vida se hundía, las escenas con aquella mujer eran más que eróticas, en su momento le pareció toda una grata aventura, ahora se sentía humillado, no sabía cómo afrontar el día a día hasta que aquel turbio asunto se esclareciera y poder pasar página, aunque le sería muy difícil olvidar todo aquello, posiblemente si cuando comenzó a sentir que su vida de pareja hacia aguas no hubiera cometido el error de mirar hacia otro lugar, en lugar de enfrentarse al problema y buscar solución, quizás no estaría pasando aquel mal trago.
Una mañana de domingo, casi un mes después, Ernesto paseaba por el parque cabizbajo, el cansancio, la inquietud hacían mella en él, aparentaba casi diez años más de los que tenía, absorto en sus pensamientos, de repente el sonido de su móvil le retornó a la realidad, era el inspector de policía que se ocupaba del caso, había noticias, si le venían bien acercarse a la comisaria le informarían, sin pensarlo se encaminó había allí. La mujer, Alicia, ahora Ingrid, había contactado con un agente registrado en la página donde el la conoció, al parecer le interesaban hombres con trabajos cara el público, solventes, con relaciones de pareja agrietadas, se hizo pasar por médico, ella el mismo perfil el de siempre ,la tenían, el siguiente paso era la primera cita, si todo salía como esperaban, en unos días se resolvería, Ernesto, un poco más optimista, regresó a casa, allí no había nadie, como era habitual, cuando aquello acabara arreglaría su vida, ahora que era simplemente respirar, no encontraba sentido a seguir en aquella casa, junto a Maribel, sus hijos eran lo único que lo mantenía en la realidad, sin ellos… no quería pensar más. Pablo llegó tras él, venia de jugar un partido de fútbol, Mónica ese fin de semana lo pasó en casa de una amiga, casi a la hora de almorzar, apareció Maribel con un par de bolsas de la rotisería, los tres sentados a la mesa, solo hablaba Pablo, casi dirigiéndose únicamente a Ernesto, contando entusiasmado las peripecias del partido, Ernesto miraba a su hijo, ya era un hombre, sentía el alejamiento de Maribel, se preguntaba el por qué seguía allí.
Los días pasaban, para Ernesto aquello era un sin vivir, otro sobre con más fotos, más subidas de tono que las anteriores, otro aviso, en breve le dirían como y donde pagar, Ernesto no podía más, su corazón latía tan veloz que parecía que en cualquier momento estallaría como una bomba, no pudo evitar las lágrimas, lloraba amargamente, cuando Celia, una compañera y buena amiga, entró en su despacho, viéndolo en ese estado se preocupó, preguntándole que le pasaba, Ernesto no sabía que decirle, cualquier excusa menos la verdad, simplemente se encogió de hombros y bajo la cara, Celia le acarició el cabello, lo miró y dejó del despacho, casi a lo hora de salir del trabajo, el móvil le sobresaltó, la policía, con buenas noticias, avisó a Isi por si podía acompañarlo, en diez minutos estaba con él, llegaron a la comisaria, Ernesto, a pesar de anunciarle buenas noticias, el temor le acompañaba. El inspector le explicó que se había desmantelado la banda, tras la primera cita con Ingrid, en la que ella se comportó como era habitual en ella, un tanto tímida, a los pocos días, al saber que su presa, estaría solo el fin de semana, le propuso un encuentro en su casa, le prepararía un plato delicioso receta familiar, el aceptó, ella le proporcionó una dirección, la su supuesto domicilio, se verían el sábado, la policía comenzó a vigilar el edificio, el sábado a primera hora, aparcaron una furgoneta frente al portal, de una empresa de limpieza, aquellos hombres iban a instalar los micros y las cámaras para gravar todo, la pareja quedó en encontrarse a mediodía, dos horas antes, la policía sustituyó aquellos equipos por los suyos, con la idea de que cuando los delincuentes se dieran cuenta de que sus instalaciones no funcionaban, posiblemente pensarían que era una avería y tratarían de solucionarlo, después de vigilarlos eran muy evidentes, todo sucedió como estaba previsto, al tratar de averiguar el problema, la policía que esperaba en el piso contiguo, logró detenerlos, confesaron todo, habían cometido la misma estafa en infinidad de ocasiones, les indicaron donde guardaban el material con el que chantajeaban a las víctimas . Ernesto debía identificar a la mujer, si, era ella, Ernesto sintió repugnancia al verla, ni siquiera le parecía hermosa, su pesadilla acabó, aunque le quedaba algo importante pendiente, en cuanto él se sintiera con ánimos, pondría las cartas sobre la mesa .
Ernesto recuperó la sonrisa, su semblante transmitía paz, era el momento de mantener una conversación con Maribel, es viernes, los chicos saldrían un rato, es preferible estar solos, Ernesto, sentado en el sofá, saluda a Pablo que iba al cine, a Mónica la esperaban sus amigas en la calle, vio a Maribel arreglada para salir, pero Ernesto la llama, le pidió por favor, se sentara frente a él, ella lo mira un tanto sorprendida, apremiando a su esposo, quedó para ir de tiendas y tomar algo, Ernesto sin prestar atención a las palabras de Maribel, comenzó a hablar, Maribel, escuchaba atónita, Ernesto había tomado una decisión sin retorno, aquella farsa de matrimonio llegaba a su fin, vivir de ese modo era insoportable, solicitaría el divorcio, para que ella hiciera lo que le apeteciera libremente, los chicos podían escoger, el dejaría su hogar, había alquilado un piso cerca del trabajo, por el momento se quedaría allí, más adelante, dejaría la ciudad, en el banco, tiempo atrás, le ofrecieron trasladarlo a otra entidad, que abrirán en breve, con un cargo superior, quedó en aire, ahora era el momento de aceptar, Maribel, un tanto confusa, respondió que eso era absurdo, pues ellos se casaron para toda la vida, ella no entendía cuál era el problema, comenzaron a discutir, Ernesto había callado demasiado y ella llevaba sorda y ciega mucho tiempo, ni quiera sabia los problemas que habían pasado sus hijos, porque simplemente vivía por ella y para ella, cara el qué dirán, le bastaba dar imagen de familia feliz, aunque solo para ella era así, en su entorno era evidente que allí nada iba bien, Maribel lloraba, Ernesto evito hablar de su desliz ,le avergonzaba , pero le dio a entender que se sentía solo, menos preciado y eso le había llevado a cometer errores que le podían haber provocado daños muy graves, ella abrió los ojos a la realidad, su vida era una comedia, aunque era demasiado tarde intentar arreglar aquel estropicio después de tantos años, ella no podía prometer cambiar, porque era tal cual. El tiempo fortaleció su personalidad, realmente no era la muchacha dulce que él creía cuando se casaron, el tampoco el simplón encantador del que ella se enamoró, pero por poco tiempo, aunque vivan bien y eso era lo que a ella le importaba, la única opción favorable para todos era la propuesta de Ernesto, Maribel suplicó quedarse con sus hijos, pero eso dependía de ellos, en cuanto llegaran les expondrían la situación.
Ernesto recogió sus pertenencias y esa misma noche la pasaría en su nuevo domicilio, los chicos en cuanto acabara el curso escolar irían con él, la vida le acababa de enseñar que no conoces totalmente a las personas, ni siquiera compartiendo cama y mesa a lo largo de años, que los problemas se solucionan cuando nacen, si se dejan crecer y acaban venciéndote.
Magda Jardí
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Un buen trabajo... se lee sin descanso, un tema muy de actualidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Reme.
Un relato que imagino tiene mucho de actualidad,muchas veces como dice su autora es mejor hablar con la pareja antes de verse involucrado en una situación así, buen relato
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