domingo, 5 de abril de 2015

El hilo de su destino



La melancolía oprime el corazón de Rosa, desde que su esposo falleció no encuentra su lugar, a pesar de que su vida junto a  él no fue fácil, pero tanta lucha por seguir a delante la ha agotado emocionalmente, siente un enorme vacío en su corazón, tanta soledad a lo largo de los años, pero ahora de nada sirve pensar como hubiera sido su vida si en lugar de tomar aquellas decisiones…, simplemente ha seguido el hilo de su destino, algo que ella bien sabe no se puede cambiar. Su hijo Oscar, es su gran apoyo, no vive con ella, pero no pasa un día sin que la visite o la llame por teléfono, Rosa se siente recompensada por su esfuerzo, prácticamente lo crió ella sola, su marido vivía solo por y para él, por tanto ella fue padre y madre.

Dejó tanto en el camino que no recuperará, porque el tren pasa por todas las estaciones pero si no tiene parada…pasa de largo, así se ve su vida Rosa. Su juventud pasó casi sin saborearla, ahora ya es una mujer madura con muchos sueños, pero quedarán en fantasías, acepta que el resto de su vida la acompañará  la soledad,  a lo que ya está habituada, no espera encontrar el amor, es algo que ha descartado, tras ilusionarse en un par de ocasiones, la primera con un hombre del que se alejó por temor, le recordaba a su difunto esposo, después un viejo amigo con el que compartía aficiones la buscó tras acabar una relación, pero ella intuyó que su único interés era pasar el tiempo con ella, Rosa no pensaba ser plato de segunda mesa, sabía que  él se esfumaría al encontrar una mujer de su entorno con la que mantener una relación seria, prefería conservar esa amistad, a pesar de la atracción entre ambos, él mismo le demostró sin palabras que estaba en lo cierto.
Rosa trabaja en una empresa  textil, su dos grande pasiones son el mar y la Literatura, pasa muchos momentos sentada en la playa con una libreta, allí encuentra su inspiración, ha comenzado a escribir una bella historia, cuando le es posible pasea hasta el mar, busca un rincón tranquilo y mientras disfruta de la paz del lugar deja fluir las letras.

Con la Primavera, la playa está  más frecuentada, a Rosa le gusta observar gentes de aquí para allá, en alguna ocasión ha escrito sobre alguna escena que ha presenciado. Hoy el día es casi veraniego, a media tarde Rosa llega a su rincón preferido, vestida con un vaquero y camiseta de manga corta, a pesar del magnífico día no apetece vestir con ropa más ligera, coloca su esterilla sobre la arena, saca de su bolso playero el cuaderno que utiliza de borrador, el sol, la brisa, el sonido de las olas,  es cuanto necesita, aquí se siente libre, absorta en su escrito, ajena al entorno, a pocos metros de ella un hombre cargado con un caballete y una tela se instala, es otro asiduo al paisaje marino, Jorge se ha fijado en Rosa, le ha llamado la atención desde la primera vez que la vio, aquella atractiva mujer escribiendo, ha sido  inevitable  incluirla en sus acuarelas, es como si formara parte de la playa, Jorge necesita saber quién esa mujer, casi su musa, se acerca a ella y muy sutilmente llama su atención, ella levanta la vista de sus letras, allí está Jorge con uno de sus lienzos, una pintura de la playa con ella de espalda, Jorge se presenta, le muestra sus cuadros, ella los observa sorprendida pues en todos aparece, él le pide permiso para pintarla, no como parte del paisaje, sino de hacerle un retrato, durante unos segundos queda callada, pero responde que sí, se siente alagada por el interés hacia ella, se verán el sábado a mediodía, Jorge le entrega una tarjeta con su nombre y teléfono, a los pocos minutos, Rosa regresa a casa, comienza a refrescar, mientras espera el autobús, ve pasar a Jorge en su coche, sonríe, le parece divertido que alguien esté interesado en pintarla, al llegar a casa, allí está Oscar esperándola, la abraza y besa en la mejilla, en la cocina Juli, su pareja, preparando la cena para los tres, Juli, adora a Rosa, a la muchacha le gustaría verla feliz, mientras cenan, la charlan animadamente, Rosa les menciona al pintor y su propuesta, Oscar le pide cautela a  su  madre, bromean y ríen, cerca de la medianoche, la pareja se despiden de Rosa, la velada ha sido muy grata para todos.

Son las diez de la mañana del sábado, Rosa disfruta de su primer  café, recién levantada, aún en pijama, alrededor de la una se encontrará con Jorge, antes ordenará su casa, se viste cómoda, un vaquero, camiseta  de manga corta, chaqueta  de entretiempo, calzado deportivo, el día es soleado, apetece la salir,  se acercará al supermercado y preparará su almuerzo, después paseará tranquilamente hasta la playa. A pesar de la distancia, el camino se le hace corto, le encanta caminar, en otros tiempos, cuando en su casa la situación era insoportable, Rosa, salía a caminar, le ayudaba a relajarse y aclaraba sus ideas, ahora lo hace por placer y en ocasiones desconectar en momentos de desánimo, llega a la playa, la gente comienza a buscar donde colocarse, ella se instala en su lugar de costumbre, no tarda en aparecer Jorge, a pesar de que aún es temprano, ambos se miran y se saludan con un beso en la mejilla, Jorge la invita a tomar café en un bar cercano, ella acepta, sentados en la terraza, Jorge le explica desde la primera ocasión que la vio allí en la playa, de eso han pasado semanas, comenzó a pintar y lo normal era incluirla a ella en sus oleos, ya era parte de sus obras, Rosa escuchaba divertida, hoy se sentía más animada, Jorge le cuenta un poco de él, es uruguayo, viajó  a Barcelona por trabajo, es ingeniero de telecomunicaciones, la sede en su país le envió por un proyecto en España , de eso han pasado unos cuantos años, es soltero, aunque ha vivido en pareja durante mucho tiempo, su compañera no quiso viajar a España, poco a poco perdieron el contacto, aunque sabe  por su hermana, que a los meses  de marchar él, se casó con un viejo amigo, sospecha habría sucedido lo mismo aunque él siguiera en su país, la relación se iba apagando, al parecer ella esperaba el momento adecuado para acabar con Jorge, así que el viaje resultó de lo más oportuno, Rosa, calla y escucha, no le apetece hablar de ella, acaban su café y regresan a la playa, le pide que se siente sobre una rocas, allí es donde él desea pintarla, a las tres de la tarde, Rosa le dice que ya es hora de dejarlo por hoy, es hora de comer, Jorge, le sugiere almorzar en algún lugar cercano, a Rosa le apetece marchar a casa, no porque no se sienta cómoda con él, Jorge acepta la decisión de ella, la llevará en su coche, le propone seguir mañana con el dibujo, lo dejan para el próximo sábado.

Durante la semana Jorge no deja de pensar en Rosa, ahora que ha logrado llegar a ella, le encantaría conocerla mejor, aunque le parece difícil, espera que vaya confiando en él, esa mujer despierta  una ternura ya olvidada, para Rosa es una anécdota que le ayuda a sentirse un poco mejor, aunque no es más que eso, intenta mantener su mente ocupada, en casa escribe reflexiones en una libreta, le son muy útiles, necesita expresar sus pensamientos, es como si se liberará de una pesada carga.

El sábado a mediodía, Rosa va a la playa como prometió a Jorge, pero él no está allí, el tiempo pasa ,Jorge no aparece, Rosa decide regresar a casa, mañana ya se acercará como todos los domingos, ha perdido media mañana para nada, mientras espera el autobús, ve a Jorge apresurado hacia ella, se disculpa, ayer salió con unos amigos y se ha levantado tarde, ella no le da importancia, aunque en el fondo se siente molesta, él le dice de almorzar juntos, a Rosa no le apetece, pero es tanta la insistencia de él, que acepta. Jorge le propone ir a un restaurante cerca de las Ramblas que a él le encanta, es un local pequeño y acogedor, la comida es exquisita, Jorge cuenta mil anécdotas, Rosa en silencio  observa, le parece un hombre atractivo e interesante, pero algo en él no le inspira confianza, los temores del pasado siguen junto a ella, después de almorzar, Jorge propone ir a la playa a seguir con el cuadro, Rosa le hace callar, le pregunta que busca de ella, él responde que su amistad, le confiesa su atracción por ella desde que la vio por primera vez, por eso la pintaba, su aspecto frágil y triste, lo bonita que estaba allí escribiendo, solo le pide que le permita conocerla, Rosa no sabe que pensar, lo más acertado es dejarlo así, no le apetece profundizar en aquel hombre, se aferra a la idea  que acabará dañándola, se levanta y se marcha, el la observa sorprendido, paga la cuenta y deja el restaurante. Rosa camina hacia su casa, es todo tan absurdo, al llegar, Jorge la espera en la puerta, solo quiere disculparse si se ha sentido presionada u ofendida, pero no era lo que pretendía, él es espontaneo, se comporta como siente, pero sin mala intención, Rosa, no puede creerlo, accede a que Jorge acabe su retrato, mañana se verán nuevamente en la playa.

El domingo Rosa, sale de su casa, en la entrada está Jorge, ella suspira y sonríe, se dirigen a la playa, al llegar,  ella se sitúa en el lugar que Jorge le indica, una hora  después el retrato está terminado, la mañana es soleada, Jorge sugiere a Rosa dar un paseo por la playa, ella acepta, en su interior una vocecilla le susurra que nuevamente debe seguir el hilo de su  destino, pues no puede luchar contra él…
Magda Jardí
©Derechos reservados

No hay comentarios:

Publicar un comentario