jueves, 15 de septiembre de 2022

VIVIENDO ENTRE NEBULOSA

 


Han pasado cinco años desde que Daniel y Martina se dijeron adiós, fue difícil para ambos, pero su convivencia era un infierno, les resultaba insoportable compartir momentos, al principio de su alejamiento lograban encontrarse entre las sábanas, ahí olvidaban las distancias y se entregaban a la pasión, tras unos días de tregua, de nuevo comenzaba la guerra hasta que incluso la cama se tornó fría, llegó la conversación evitada pero inevitable, de nada servía unas palabras, reproches y a seguir hasta de nuevo explotar.

 Sentados uno frente al otro, con unas tazas de café delante, trataron de llegar al punto donde se habían convertido en dos extraños bajo el mismo techo, en dos seres que sentían un profundo amor el uno por el otro, pero la convivencia era una batalla sin vencedor, pues ambos dejaban una parte de sí mismos en esa lucha, Martina entre lágrimas le preguntó a Daniel por la existencia de otra persona, lo cual negó, la charla duró toda la mañana de ese melancólico Domingo de primavera, Daniel, con voz entrecortada, sugirió que lo mejor era separarse, antes de dañarse más  y acabar odiándose, no le pedía un tiempo, si no dejar que la vida decidiera, por su parte dejaba la puerta abierta a lo que pudiera venir, pero entendería que ella pusiera punto final, Martina aceptó, no se buscarían, cada uno seguiría su camino sin esperar al otro, no siempre el amor es la receta para que una relación funcione.

 Una semana después Daniel preparó su equipaje, en principio, compartiría piso con su hermano Javier, con el tiempo, posiblemente, buscaría algo para él, en cuanto recogió todas sus pertenencias, dejó las llaves sobre la mesa y se despidió con un simple “adiós”, no fue capaz de mirarla, escuchaba su llanto, con el corazón encogido cerró la puerta.

 En estos años no han tenido noticias el uno del otro, pero hoy Daniel paseando cerca del mar, una mujer se ha acercado a él, es Paula, una buena amiga de Martina, se han saludado cordialmente, ha pasado mucho tiempo desde que se vieron, Daniel le pregunta por Martina, espera que le vaya bien, Paula, con el semblante serio, no sabe cómo decirle que al separarse, Martina cayó en una depresión, tomó malas decisiones, comenzó a ver a gente algo extraña, ingresó en una secta,  lo describía  como grupo de apoyo, algo sucedió , ella lo ignoraba,  el líder, cabeza visible, decidió  dejar la ciudad porque habían surgido problemas y desparecieron, ella partió con ellos, Paula no puede infórmale más, le sugiere que visite a Matías y Lola, los padres de Martina, ellos conocen toda la verdad, Daniel se siente mal, por unos segundos cree que es culpable de esa situación, Paula se despide de él.

 Daniel, se dirige a casa de Matías y Lola, se cree el peor hombre del mundo, duda de que quieran saber de él, llama a la puerta y para su sorpresa Lola lo recibe con un gran abrazo, era como si  esperara su visita, Lola entre lágrimas le ruega que entre y se siente, lo que va a escuchar es difícil de contar, llega Matías, a pesar de su tristeza, se le ilumina el rostro de ver al muchacho, al que fue el compañero de su hija, el matrimonio, se les ve el cansancio emocional, comienzan a relatarle la verdad sobre su hija Martina

  Estando con Daniel ya formaba parte de la secta, a los dos años de convivir con él la captaron, de ahí el cambio de actitud hacia todo en general por parte de Martina, al principio lograba fingir pero cuando se introdujo plenamente no era ella, al romper su relación simuló necesitar ayuda psicológica, su excusa era esa, nadie lo cuestionó, es más, la gente que no sabe pero habla, pintaba a Daniel como a un ser mezquino y cruel, solo Matías, Lola y su círculo más cercano conocían la historia, un día les llegó la noticia de  que habían desaparecido, el supuesto grupo de apoyo era buscado por diversos delitos, trataron de averiguar si había forma de rescatar a su hija, algo por lo que luchaban desde que averiguaron la situación, pero no hubo respuesta, era como si se los hubiera tragado la tierra, como si jamás hubieran existido.

 Daniel, atónito, había vivido entre nebulosa tantos años, se reprocha como no fue capaz de percatarse de que esa mujer a la que amaba no era la misma que conoció en su momento, Matías y Lola, con gran pesar, aconsejan a Daniel que pase página y olvide, entienden que es difícil de aceptar, igual que lo ha sido para ellos, pero Martina ha causado  mucho dolor y ha  dejado de existir por propia voluntad.

 Se despiden en la entrada, esa es su casa, siempre que él desee visitarlos será bien recibido, con tristeza Daniel se aleja.  En este instante, realmente, acaba su historia con Martina.

© Magda Jardí

 

domingo, 11 de noviembre de 2018

Como siempre en silencio.



 No es un sueño pensaba Celia ,caminando entre la multitud, con su equipaje en la mano y rebosante de ganas de vivir.La vida puede sorprendernos  y lo que de entrada parece que nos va a hundir simplemente es la llave que abre la puerta hacia lo inesperado.

A Celia la educaron para ser esposa y madre, su visión romántica de la vida la llevo a los brazos de Pablo cuando acaba de cumplir los diecisiete años, él era un hombre de veinticinco, un lobo solitario que supo conquistar su corazón adolescente, ella se enamoró locamente del aquel charlatán atractivo y de carácter extraño, ensordeciendo a los consejos de su entorno ,al cumplir los dieciocho años, Celia aceptó compartir su vida con él. en pocos meses se convirtió en su esposa, todo pasó veloz, casi sin tiempo de asimilar cada paso que daba, de repente guardo sus libros, olvidó sus aficiones y se ató el delantal a la cintura.

Por su trabajo, Pablo pasaba mucho tiempo fuera de su hogar, la soledad de Celia, al comienzo grata ,al no tardó en ser molesta, era una niña jugando a ser ama de casa, cuando Pablo llegaba  ella parecía ser parte del mobiliaria, ni siquiera la miraba, en ocasiones pasaba varios días lejos de ella, Celia lo esperaba ilusionada, deseando abrazarlo, sentirlo, amarlo como cuando se conocieron,la hizo su mujer tan solo la noche de bodas no se le acercó más, parecía haber perdido el interés por ella, su relación era como la de un matrimonio de muchos años que el hastío los alejo,  entonces recordaba las palabras de su madre advirtiéndole que ese hombre era un desconocido, con un comportamiento que asustaba un poco, pero ella con la ceguera del amor se negaba a escucharla, Celia lloraba a diario, pero al salir de casa se adornaba con una sonrisa que ocultaba su pesar, sus amigas le preguntaban como era la vida de casada, ella fingía ser feliz, vivir en una eterna luna de miel, se sentía avergonzada de su realidad.

En su primer aniversario de boda Celia estalló, con apenas veinte años esa vida no era la que ella merecía,no era su vida, aceptó que no conocía a a su esposo, era tan solo alguien que pasaba tiempo en su mismo techo, al regresar Pablo aquella noche Celia le invitó a sentarse un momento con ella frente a unas cervezas frescas, él la miró desdeñoso intentando esquivarla, pero Celia le tomo de la mano, cara a cara mirándolo a los ojos comenzó a preguntarle la razón de aquella situación, el porque la castigaba de ese modo, el bajó la mirada, no había respuestas, tan solo quiso construir una vida normal, necesitaba intentarlo, él nunca se sintió querido por nadie, no sabia dar cariño, convivir con otra persona, en su infancia no tubo calor de hogar algo que nunca luchó por superar, para él la vida era ir de aquí para allá libremente sin aferrarse a nada ni a nadie, Celia quiso saber porque se acercó a ella y la hizo su esposa, simplemente estaba allí, bonita,simpática y enamorada, era perfecta para lo que él tenía en mente, Cela lloró amargamente, su mundo se hizo añicos, ese hombre necesitaba ayuda, algo que él negaba, ella no seguiría en ese infierno.

Como siempre en silencio, Celia consiguió un buen empleo en otra ciudad, cuando entró donde vivir no lo pensó mas, había llegado la hora de volar de allí, le dijo adiós a Pablo, no se opuso a su partida, se despidió de su familia, intentaron convencerla de que era otra decisión errónea,le ofrecieron ayuda para recomenzar, pero la experiencia vivida la hizo una persona madura,libre, con deseos de retomar su vida y vivir a su manera, era una adulta consciente de lo que hacia,sabiendo que hay que meditar cada paso que se va a dar.
Magda Jardí
© Derechos reservados

domingo, 14 de enero de 2018

Pasar página



El agradable sonido de la lluvia despierta a Lucía no le apetece levantarse todavía pero pensar en una humeante taza de café puede más que su desgana, deja la cama y va hacia la cocina prepara la cafetera, el aroma del café le invita a perderse en su mundo interior siente paz recorriéndole. Toma entre sus manos la taza, se sienta frente a la ventana el tintineo del agua en los cristales es una relajante melodía para Lucía, su vida es tranquila en ocasiones quizás demasiado pero es su historia la que el destino ha escrito para ella.

Son varios años en soledad, su hijo Daniel vive a muchos kilómetros de ella aunque siempre que el trabajo se lo permite la visita, su último intento de relación no cuajo antes de comenzar los fantasmas del pasado pesan demasiado piensa Lucía o simplemente su compañera de viaje es la soledad a veces incomoda pero compartir la vida por compartirla es un sinsentido, acostumbrada a decidir como y que hacer en cada momento a no dar explicaciones de sus movimientos a vivir a su manera en definitiva. Inmersa en sus pensamientos cuando el sonido del teléfono le recuerda que la realidad está ahí Lucía responde es su amigo Pablo al que prometió salir a cenar con él esta noche aunque ella no lo recordaba, Pablo es su fiel amigo a pesar de que sus vidas han sido muy diferentes siempre ha estado cerca de ella en los buenos y malos momentos.
Pablo y Lucía son amigos de la juventud, salían en el mismo grupo casi se emparejaron a la vez, asistieron a sus bodas, Lucía acompañó a Pablo en la peor vivencia la muerte de María, su esposa, a pesar de su aun reciente separación dejó a un lado su dolor y apoyó a su amigo, un gesto que a Pablo le hizo mucho bien, después cada cual siguió su camino, aunque sin perder el contacto, Pablo propuso a su amiga encontrarse un sábado todos los meses, aunque a Lucía siempre se le olvida.

Tras colgar el teléfono Lucia se arregla para salir a la compra ha dejado de llover es un buen momento, vestida con un jersey verde, pantalón vaquero, botines negros y chaquetón gris cierra la puerta de su casa y llama el ascensor, una vez abajo sale a la calle y se encamina al supermercado habitual, es rápida coge los productos que necesita, observa por si hubiera alguna oferta interesante, saluda a conocidos en su recorrido pero intenta no pararse, no le gustan las conversaciones de queda bien le parecen hipócritas, llega a la caja espera su turno cuando escucha su nombre es Cielo una vecina de sus padres, fueron amigas en el colegio pero la familia de Cielo dejó el barrio cuando ella iba a comenzar el instituto perdiendo el contacto, se reencontraban tras muchos años, Lucía paga su compra espera a que Cielo termine deciden almorzar juntas, a ambas les alegra haberse encontrado, quedan en quince minutos en un restaurante cercano.

Llega Lucia, Cielo ya está en una mesa, el  camarero les toma nota las dos mujeres  mantienen una grata conversación entre risas y confidencias, han pasado tantos años hay infinidad de vivencias que contar, Lucia relata su ingrato matrimonio con un hombre que la abandono sin explicaciones cuando su hijo era apenas un bebé pero no todo ha sido malo, su dura pero gratificante experiencia como madre en solitario, la historia de Cielo es muy distinta es una mujer libre desde siempre nunca se ha atado a nada ni nadie, cuando ha sentido atracción por alguien ha disfrutado mientras ha durado en su juventud fue cruelmente criticada por su modo de ver la vida curiosamente tal como acabaron entendiéndola algunas de esas personas que se escandalizaban y la etiquetaban con adjetivos poco respetuosos pero ella siempre hizo caso omiso en definitiva la vida sé compone de momentos y personas de paso algo en lo que Lucia estaba de acuerdo, el reencuentro entre las amigas es muy agradable hasta que Cielo menciona a alguien que la ha marcado el único hombre que ha dejado huella en su vida a Lucía le cambia la expresión de su rostro, Javier, su ex marido todo coincide los nombres, su físico, con el que Cielo quedó encinta de un hijo que no llegó a nacer y ahí acabó su historia con él, por las fechas fue cuando abandonó a Lucía, ese tema hay que hablarlo con calma pero ahora no es el momento, Cielo no percibe la incomodidad de su amiga que no encuentra las palabras adecuadas para decírselo, Lucía pide la cuenta mañana la espera en su casa si está libre, debe irse se excusa con la cita de esta noche con Pablo, Cielo acepta la invitación, se despiden las dos mujeres.

Lucia entristecida camina hacia su casa, el destino puede ser rebuscado, llama a Pablo necesita verlo en ese momento prefiere cenar en casa, pedirán unas pizzas a él le parece bien, llega Pablo unos minutos después que ella. Intuye que algo le sucede, Lucia prepara café lo toman sentados en el salón con suave música de fondo Pablo pregunta que pasa Lucía comienza con su relato, el encuentro con Cielo el improvisado almuerzo la historia fluye por si sola, Pablo escucha en silencio le dice que no existe la casualidad por algún motivo han coincidido con Cielo después de tantos años siguiere a Lucía que se tome su tiempo y reflexione cambiando la conversación le propone que se ponga muy guapa salgan a cenar y bailar hasta que el cuerpo aguante en lugar de quedarse en su casa refunfuñando Lucía hace caso a Pablo, pasan la tarde tranquilos viendo una película aunque Lucía no consigue olvidar la conversación con Cielo, a las ocho de la tarde Pablo sugiere a Lucia que se cambie mientras él reserva mesa en un grato restaurante.
Lucía sale de su cuarto resplandeciente con un vaporoso vestido rosa por encima de la rodilla, zapatos a juego maquillada suavemente deslumbrando a Pablo, bajan a la calle suben al coche de él se dirigen hacia el puerto, tras dar varias vueltas consiguen aparcar, el restaurante es tranquilo adecuado para una velada perfecta, cenan mientras ríen y conversan ya es más de media noche a Lucía le apetece dar un paseo a Pablo  asiente  la luna es preciosa su brillo es especial, Lucía ha cambiado su semblante desconcertado y triste se ve feliz, caminan hacia el coche de Pablo van hacia la zona alta de la ciudad allí hay una discoteca con muy buen ambiente, bailan sin parar hasta altas horas de la madrugada, Lucía exhausta quiere  regresar a su casa el día ha sido un tanto especial, suben al coche de Pablo de camino pasan por delante de una churraría que ya está abierta Pablo le comenta a Lucía cuanto le apetece un buen chocolate como en su juventud el cierre perfecto de una  noche perfecta Lucía sonríe le parece buena idea.
Aparcan a unos metros de la churrería caminan uno junto al otro con la sensación de no haber pasado el tiempo, de que han viajado en el tiempo a su juventud a los dieciocho años, entran en el local están los dos solos imaginan a su alrededor a Carlos, Mari, Oscar, Lidia, Joaquín, Manuel, Paco, Eli los amigos con los que salían en aquellos tiempos pero todo es distinto solo quedan ellos dos, piden chocolate con churros, Pablo acaricia la mano de Lucía se miran a los ojos le pide que medite unos segundos, realmente merece la pena remover un pasado doloroso o aceptar sus sentimientos y seguir adelante junto a él, Lucía no responde baja la mirada y asiente con la cabeza, es cierto se está engañando a si misma ya es hora de aceptar la verdad que está frente a ella, está enamorada de Pablo igual que él de ella si continua cerrada a esa realidad perderá a esa persona especial que  se autoconvence de que no espera no existe pero la tiene aquí.

Salen de la churrería Pablo vive cerca, esta noche, su primera noche de amor la pasarán allí comenzarán a escribir su historia juntos, suben al piso de Pablo, pequeño muy coqueto al entrar se dejan llevar por la pasión acallada,amordazada, se aman hasta que despunta el día, a media mañana Lucía despierta con su aroma preferido el café recién hecho Pablo le lleva una taza a la cama, ella toma el rostro del hombre entre sus manos se besan largamente, Lucía le pide que le acerque el bolso busca  su teléfono llama a Cielo anula la comida de hoy se verán en otro momento, es mejor pasar página sin dañar a nadie y abrir una nueva.
Magda Jardí

© Derechos reservados

martes, 5 de septiembre de 2017

Cada caracol conoce su cascara.



Suenan las ocho en el campanario de la iglesia Lucia contempla la plaza tras los cristales del balcón se ve precioso como si fuera una postal, los días de relax en esta localidad costera le sirven de terapia a pesar de que hoy despertó un tanto melancólica, la soledad pesa en ocasiones.
Va a la cocina a prepararse un café en unos minutos regresa al balcón con su taza humeante sale a disfrutarlo deja la taza sobre la mesa y al fresco sentada en una silla lo toma, el grato  sabor amargo en su boca la hace viajar por su vida.

A pesar de que para ella el pasado es una puerta cerrada en ocasiones no puede evitar que algunas vivencias paseen frente a ella, cuantos errores piensa, pero son los que han hecho de ella la mujer que es, imperfecta como todo ser humano pero con lecciones aprendidas que intenta no repetir, algunas le han costado agrias lágrimas  arrepentimiento, algo que no sirve de nada por que lo hecho ya no tiene solución sé ha queda con la experiencia pero a la vez la ha endurecido hasta tal punto que siente temor a no ser capaz de volver a sentir o a confiar.

Lucia es una mujer sensible y romántica aunque parece haber bloqueado esas partes de su esencia, algo que siempre estará ahí simplemente los miedos le impiden abrirse nuevamente y dejar fluir, en esta etapa de su vida la paz es su compañera evita aquellos que la puedan alejar de ella, le gusta vivir a su modo sabe que hay gente que no es capaz de comprender sus varemos pero cada caracol conoce su cascara, siempre ha sido una soñadora incorregible aunque la realidad la ha vencido y no por que actualmente su vida sea difícil, todo lo contrario, quizás ha comprendido que los sueños son un refugio para los que no tienen el valor  de luchar por vivir y se conforman con sobrevivir aferrados a algo que les hace más llevaderos sus días negándose  a aceptar su verdad.
Absorta en sus pensamientos casi olvida que hay mercadillo en la playa, le encanta pasear entre los puestos viendo las mercancías hablando con los comerciantes, Lucia recoge la taza la lleva a la cocina se da una ducha escoge un liviano vestido azul zapatos plateados un bolso gris plata, se maquilla sutilmente y sale de casa hacia el paseo marítimo, tras ese tiempo de reflexión que la ha ayudado a alejar nubes anímicas comienza otro día más, queda tanto por vivir y aprender piensa mientras camina.

Faltan  pocos días para regresar nuevamente a su rutina, su trabajo, el bullicio de la ciudad, esas personas con las que comparte momentos pero ahora necesita disfrutar de cada segundo irrepetible que la haga sentir bien por absurdo que pueda parecer a ojos ajenos por que la vida es eso.
Magda Jardí
©Derechos reservados 

lunes, 7 de agosto de 2017

Palabras del maestro Jared sobre la voluntad

Nos sentamos en circulo rodeando al maestro Jared para escucharlo en silencio, Alguien le preguntó "Maestro porque hay tanta violencia y dolor en la humanidad-A lo que Jared respondió-Existen muchas personas que necesitan encontrar alguien que los escuche, que valore lo que son, que los rescate de su dolor " y porque no la encuentran" Por la sencilla razón que cada uno vive inmerso en su pequeño mundo de egoísmos, mientras se va perdiendo la solidaridad y la coneccion con la Divinidad. Una persona apartada de su YO SOY, es un grano de arena perdida en el desierto, su autoestima no la ayuda alcanzar sus propias respuestas existenciales. No necesitáis más maestros, solo encontrarse con su propia sabiduría interior; cuando el ser humano divide, dispersa, es hora de aunar nuestras voluntades.
Liderazgo y creatividad
Dicen los formadores de nuevos líderes que cada persona tiene que sacar ese potencial que tiene adormecido para convertirse en el líder que desea ser; lo que no te dicen es que no todos tenemos la personalidad ni la actitud, el carácter, que puede hacer de nosotros personas eficientes y preparadas para lograr las metas que nos proponemos.
Autor: Néstor O Salgado
Escritor y periodista de la República Argentina

domingo, 6 de agosto de 2017

Seguir avanzando




La tarde es calurosa Lucia ve una acogedora terraza desde la que se divisa el mar a lo lejos es buen lugar para hacer un alto en el camino y refrescarse un poco, encuentra una mesa que no está a pleno sol, es perfecta, se sienta a los pocos minutos llega un amable camarero , pide una cerveza muy fría, busca en su bolso saca una libreta y un bolígrafo comienza a tomar notas, Lucia colabora en un periódico compartiendo historias reales inspiradas por su entorno o simplemente relatos ficticios, regresa el camarero con su pedido, mientras disfruta de su cerveza contempla el paisaje, la gente que va y viene diversas situaciones ante ella, comienza a escribir sin darse cuenta que a pocos metros un hombre la observa, absorta en sus pensamientos concentrada en las letras que van fluyendo cuando un saludo la retorna a la realidad, levanta la vista un tanto turbada frente a ella el rostro sonriente de un hombre se presenta su nombre es Carlos ha visto a Lucia allí sentada y se ha atrevido a acercarse ella encoje los hombros no recuerda conocerlo le resulta simpático por lo que acepta que se siente con ella nuevamente se acerca el camarero a la mesa .

La conversación fluye entre ellos Lucia con la ayuda de Carlos recuerda de que se conocen coincidieron en una ocasión en un evento literario ,él es escritor, les presento el entonces compañero de Lucia eran buenos amigos mantuvieron una breve charla Cesar, su pareja, lo alejó de ella con una absurda escusa, los celos enfermizos de Cesar la limitaban mucho en sus relaciones sociales, Carlos se sintió profundamente atraído por aquella mujer aunque no volvieron a encontrarse siempre la recordó.

Carlos le pregunta por Cesar hace meses que no sabe de él no le respondió a sus últimas llamadas telefónicas, Lucia baja la vista Cesar se alejó de ella sin ninguna explicación tan solo dijo que su vida junto a ella llegaba a su fin sin más palabras recogió sus pertenencias y se marchó de eso hace ya un año parece que se lo ha tragado la tierra porque nadie tiene noticias de él, a Carlos le sorprende ese comportamiento no es propio del Cesar que él conoce pero las personas cambian y no siempre para bien.
El tiempo vuela cuando se está cómodo  piensa Lucia sin darse cuenta ya anochece es hora de regresar a casa mira a Carlos y se lo dice, él sonríe le propone ir a cenar algo no tienen prisa, a ella le parece buena idea, pagan la consumación y dejan el lugar, a pocos metros hay un local de buenos bocadillos Carlos le sugiere entrar allí a Lucia le parece bien, buscan una mesa libre a esa hora es difícil pero en un rincón encuentran  una, toman unos bocadillos y una jarra de sangría, la velada es muy amena se sienten muy a gusto a pesar de que son casi desconocidos, Lucia mira el reloj en la pared frente a ellos es ya muy tarde ella vuelve a casa en metro debe irse ya Carlos le sugiere que espere y él la acercará en su coche.

Carlos llega con el vehículo, Lucia vive bastante lejos de allí en unos minutos están en su portal, se despiden con beso en la mejilla a pesar de que a ambos les apetece seguir conversando intercambian sus números de teléfono, en el momento en que Lucia desciende el automóvil Carlos la invita a comer al día siguiente ella acepta, realmente ha sido un grato encuentro. Lucia entra en casa ensimismada se asea y se acuesta no le es fácil conciliar el sueño los pensamientos se amontonan, recuerda el rostro de Cesar con su severidad habitual ya no recuerda que la enamoró de él se pregunta si realmente lo estuvo él de ella o simplemente fue un capricho jamás conocería la respuesta ella siempre creyó que si la hubiera amado seguiría junto a ella aunque quizás para ella lo mejor fue su partida ahora su vida era apacible algo a lo que no pensaba renunciar.

La luz del día entra por la ventana de Lucia despertándola, despacio se levanta de la cama necesita un café, sentada en la cocina frente a una humeante taza cuando suena el teléfono es Carlos, Lucia sonríe, piensa que será para darle los buenos días responde pero su sonrisa se borra al escuchar el tono serio de Carlos anula su cita queda pendiente ya la llamará, a Lucia no le gusta lo que acaba de suceder decide que nada le amargará el domingo, se da una ducha se viste con un vaquero y una blusa a rayas rosas calza sus sandalias se cuelga el bolso y sale a la calle como estaba previsto se ha habituado a la soledad.

Camina hacia la playa siente el agradable abrazo del sol , piensa que todo pasa por algo ese encuentro con Carlos y su cita anulada es un mensaje que ella debe interpretar, en este momento no merece la pena gastar energía reflexionando ni buscando respuestas que solo el tiempo le dará, entra a un restaurante que le encanta almorzará tranquilamente y después quizás vaya al cine, no hay que depender de nadie para disfrutar de la vida que pasa veloz cual tren que para una sola vez en cada estación si no te abre las puertas no es para ti y hay que seguir avanzando valorando cada instante como único.
Magda Jardí
©Derechos reservados 

domingo, 26 de marzo de 2017

Cerrando capitulos



Cuantos años han pasado desde la última vez que se vieron se pregunta Celia frente al bar donde se encontrará con Oscar, él la espera dentro, Celia lo observa desde la puerta duda si entrar o marcharse Oscar al verla se levanta y va hacia ella sonriente se saludan besándose en la mejilla caminan hasta la mesa donde Oscar la aguardaba, llega el camarero a tomarles nota, piden unas cervezas, se miran en silencio durante unos instantes.

Oscar sonríe y le pregunta cómo le va, Celia baja la mirada como si quisiera  suavizar la indiferencia hacia él aunque no puede evitar perderse en sus bellos  ojos color chocolate, mágicos para ella tiempo atrás, el camarero sirve las cervezas tras el primer sorbo comienza la charla, Celia escucha a Oscar en silencio. Ha regresado a Barcelona para quedarse y estar cerca de ella, ha solicitado un puesto fijo  en la ciudad en el periódico para el que trabaja en breve se incorporará  además espera respuesta para realizar una colaboración en una emisora de radio, como le prometió cinco años  atrás, cuando aceptó la corresponsalía en Colombia  si él podía ofrecerle una estabilidad la llamaría, le relata su vida en Bogotá  como un caos, sin tiempo de nada, Celia no responde lo cierto es que no acaba de entender la situación durante este tiempo ni una llamada, ni un mensaje no encuentra el sentido de sus palabras, Celia no duda en reprocharle el silencio de esos cinco años.

 Ella lo esperó durante los primeros meses  pero aceptó que era una pérdida de tiempo y de vida por lo que siguió adelante como una mujer libre que era, hay alguien en su vida un buen hombre que ha  entrado en su corazón por su honestidad y humanidad a Oscar le cambia la expresión del rostro, entre balbuceos intenta justificarse, Celia ha sabido de él y su vida en Colombia , que no ha sido tan mala como pretende hacerle creer parece que a él se le  ha olvidado que Celia y él tienen amigos comunes a pesar de que Oscar perdió el contacto con casi todos alguno sigue trabajando en el mismo periódico que él, para bien o para mal las noticias vuelan. Celia le aclara  que ha acudido a la cita por curiosidad no pensaba que sería capaz de intentar engañarla de ese modo, sabe perfectamente que el motivo de su regreso no es ella, simplemente acabó su tiempo de corresponsalía, allí no estaba solo pero a  Celia  no le interesa nada de esa mujer que deja en Colombia  como hizo con ella aquí en su momento el día  mismo que  solicitó  el traslado con la idea de alejarse de su vida aquí invitó a acompañarlo a una más que amiga que estuvo junto a él un par de meses dejándolo porque la convivencia a su lado era peor que el entorno donde se encontraban, Celia  pronto se sintió liberada por su marcha, las lágrimas de los primeros días por ese novio que ella creía amar tanto se secaron la vida era grata sin él cerca con sus leyes, sus engaños, su falsedad, tanta presión, al recibir su llamada le siguió el juego esperando a ver con que historia intentaba manipularla.

Celia se levantó deseándole lo mejor y se alejó diciéndole adiós mientras sonreía, Oscar molesto pidió otra cerveza al camarero, tras unos segundos inmóvil llamó al periódico para que su traslado no fuera a Barcelona, a ser posible cualquier lugar donde nadie lo conociera, comenzaría de cero  y nada le impediría ser él.

Celia por fin cierra ese capítulo, aunque para ella está más que superado, simplemente necesitaba ver su rostro al verse rechazado y desenmascarado.
Magda Jardí
©Derechos reservados

domingo, 18 de diciembre de 2016

Vuela melancólica la gaviota.





Vuela melancólica la Gaviota  hoy la nostalgia la ha visitado, ella que presume de ave libre añora unas alas rodeando su cuerpo sentir un dulce beso en su pico, aquellas gratas caricias que la enloquecían  las conversaciones que la hacían reír momentos que invitaban a soñar.

Será que el paso del tiempo la ha embriagado de sensibilidad y aquella gaviota que volaba solitaria y alegre convencida que su vida así era perfecta siente tristeza recordando los momentos compartidos con aquel viejo amor, al que un día tras bellas palabras  dijo adiós, Gaviota retomó su vuelo segura  que volaría más alto en soledad, su vida con Gavioto perdió la magia, se esfumó la pasión, acabó sintiéndose prisionera en aquel nido , ella soñaba conocer mundo, pasear por otros mares y cielos, pero tan solo encontró aves de paso, amoríos vacíos, nidos repletos de hastío , Gaviota anhelaba enriquecerse como ave, no le interesaban revoloteos pasajeros sin sentido.

Sin saber por qué amaneció recordando aquel Gavioto que en el pasado la hizo feliz, que le enseñó lo bello que era volar en compañía y la hizo sentirse la más hermosa entre las Gaviotas, quizás al ver a otras aves formando cálidos nidos, que no eran perfectos  pero con paciencia y respeto mutuo superaban ventiscas, algo que ella  no fue capaz de comprender, la vida no es fácil, no es un cielo sin tormentas, pero cuando ambos vuelan hacia la misma nube  apoyándose aceptándose como son alimentando aquel sentimiento que un día los unió, es más sencillo compartir ese viaje llamado vida,
Magda Jardí
©Derechos reservados

domingo, 27 de noviembre de 2016

Siempre mirando hacia delante



A pesar de que el día amaneció grisáceo  después de una noche de tormenta Lucia no piensa renunciar a su paseo campestre, escuchar  el trinar de los pájaros es tan relajante para ella, al  caminar entre los árboles,  contemplar las flores otoñales, los  matorrales medio verdes y marrones, la hierba húmeda se siente libre, la diversidad de tonalidades de las plantas  le invita a reflexionar en  la vida, en su vida.

Lucia camina disfrutando del paisaje el silencio renueva su paz, mujer luchadora con sus errores y aciertos intenta disfrutar de la vida en todo aquello que hace, vive en una dulce soledad aunque en el fondo aún brilla la chispita de la esperanza de que algún día llegará el amor soñado que de nuevo la hará vibrar aunque no reconozca esa callada ilusión, es feliz viendo a su hijo Oscar encaminar su vida haciendo aquello que le llena como ser humano, compartiendo gratos momentos con sus amigos, la compañía de su gata Sheila, sus aficiones que la hacen sentir viva, atrás quedan sus batallas más o menos duras, las heridas cicatrizadas que han fortalecido su esencia, tantos años compartidos con quien no la valoró  alguien que se negó a ver en ella la mujer que es, esas personas que se hicieron llamar amigos cuando en realidad eran aves carroñeras resentidas y frustradas seres opacos, las dificultades con las que se ha tropezado y ha sido capaz de superar por sí misma.

 Lucia un día después de mucho meditar entendió que no merecía la pena cargar con una mochila repleta de dolor, sinsabores, acritudes, toxicidad ajena  y aprendió a canalizar esas situaciones, quedándose con  las enseñanzas  y aceptando  que lo más conveniente para seguir avanzado era deshacerse de toda la negatividad, no existía  ningún  motivo para cargar con lo que no servía  e impedía  caminar con paso firme, por su salud física y emocional Lucia  fue dejando  tras ella ese pasado, encerrándolo en el rincón menos accesible de su memoria, oculto por pequeños detalles cotidianos que la hacían  sentir bien aprendió a valorarse aceptándose tal y como es,  siempre mirando hacia delante, sin bajar la guardia, observando el entorno con la mente abierta a lo que el destino depare.
Magda Jardí 
©Derechos reservados

domingo, 23 de octubre de 2016

Mi vida eres tú



Otra noche en soledad, Daniela, resignada frente a la mesa preparada para la cena, cuanto más tiempo pasa, más difícil le resultan soportar las ausencias de Luis ,él nunca la engañó, desde el primer día le dijo que era casado, pero cuando te enamoras, aceptas todo, como la promesa de compartir un fin de semana y en el último momento  quedé en palabras, no porque él no quiera pasarlo  junto a ella, si no por que surge algo que se lo impide, como la visita de sus padres.


Daniela conoció a Luis en una reunión  general de empresa, los dos trabajan para una multinacional de productos farmacéuticos, ella es  la gerente en Barcelona, el director de marketing  en una sucursal de Madrid, siempre que Luis encuentra una excusa viaja a Barcelona para estar con ella, así llevan dos años. Daniela se acababa de incorporar a la empresa cuando sus vidas se cruzaron, en el primer saludo surgió la química entre los dos, después de la reunión, cenaron todos en un discreto restaurante en el Port Vell, no se separaron en toda la velada, al acabar Luis propuso a Daniela tomar una copa en el bar del mismo restaurante, ella aceptó encantada, aquel hombre había despertado sensaciones mágicas, sentados frente a sus copas, charlaron hasta entrada la madrugada, no había prisa, él tenía reservada la habitación en su hotel hasta el domingo por la tarde, cuando viajaba a Barcelona, le gustaba pasar el fin de semana pues le encantaba esa ciudad, a ella nadie la esperaba en casa, al salir del local, Daniela le sugirió tomar la última copa de la noche en su casa, no vivía muy lejos de allí, a él le pareció buena idea, caminaron  despacio cerca de quince minutos, se sentían muy a gusto juntos, a pesar de que ella sabía que era casado, pero no le importaba, tampoco imaginaba que aquello acabaría siendo una larga  relación a distancia.


Subieron en el ascensor, a pesar de que vivía en un primer piso, en aquel instante, sus miradas quedaron fijas, incapaces de desviarlas, Daniela era una mujer muy bella y sensual, Luís, era un hombre atractivo e interesante, él acarició le acaricio ,la rodeó por la cintura y se besaron ardientes ,al llegar al rellano, salieron, para entrar en el piso de Daniela, donde la copa quedó en el olvido, retomaron el beso con más ansia, ella tomó la mano de Luís, tirando de  él hasta la habitación, allí se dejaron llevar por el deseo, Luis, despacio, desnudo a Daniela, viendo a la más hermosa de las mujeres, ya no podía  detenerse ella ayudó al hombre a deshacerse de sus ropas, pues las  manos le  temblaban por la impaciencia, después de unos abrazos y caricias, acabaron bajo las sabanas, haciendo el amor hasta el amanecer. Daniela le invitó a pasar el sábado con ella, a lo que el no pudo negarse. Fue un día inolvidable para los dos, paseando por Barcelona, visitando lugares hermosísimos, almorzaron en un restaurante de La Vía Layetana, en mitad de la comida, a Luis le sonó el móvil, era su esposa, el respondió con desgana, intentado ser cordial. Al acabar el almuerzo, Luis pensó que era mejor regresar a su hotel, porque cuanto más tiempo pasaba junto a Daniela, más difícil le resultaría separarse de  ella, aquella mujer despertaba  tantas sensaciones en él, jamás se sintió así,  nunca   había sido infiel a su esposa, allí mismo se despidieron, con la promesa de llamarse, aunque ella no creyó que él lo hiciera y ella desde luego no daría el primer paso, no pensaba ir  tras un casado, lo recordaría como un amante ocasional.


Luis pasó la semana sin dejar de pensar en Daniela, lo inteligente, hermosa y apasionada  que era, su rostro, su cuerpo no se borraban de su mente. Cristina, su esposa, comenzó a sentirlo ausente, estaba preocupada, aunque creía  que eran problemas del trabajo, pues a su regreso de Barcelona estaba distinto, pensativo, serio, pero no se atrevía a preguntarle.
Luis, salió a unas compras por el centro de Madrid, necesitaba escuchar la voz de Daniela, aprovecho esa escapada para llamarla, ella al ver que era Luis,  se estremeció, le respondió muy feliz, él le dijo cuanto la añoraba, cuantas veces  estuvo a punto de llamarla, pero por temor  no lo hizo, ella emocionada, le respondió que le pasaba lo mismo. Desde aquel momento, los viajes de Luis eran más frecuentes, no podían ser muy seguidos, pues su esposa podía sospechar, pasaba  el tiempo y ya no podían dejar de encontrarse, en un par de ocasiones, Daniela fue quien viajó, pero era más temerario verse en Madrid.


Mañana Daniela cumplirá años , este fin de semana para ella era especial, la llamada de Luis a última hora disculpándose por la imposibilidad de  viajar, le  hizo sentir fatal, pensaba que debían tomar decisiones, siempre se conformó, pero ya pesaba demasiado aquella situación ,no podía compartir con el Navidades, Fin de año, fiestas señaladas, vacaciones, pues él se debía a su familia, nunca le pediría que dejara su vida por ella, era algo que debía ver el,  valorar, a estas alturas de la relación ya no podía tener a su familia y a ella, por mucho que lo amara, ella había decidido decirle adiós, aquello era una pesadilla para Daniela, allí estaba,  sola, llorando frente a la mesa ,imaginándolo con su familia cenando fingiendo felicidad, aquello la sobrepasaba . Durante la mañana del sábado, Luis llamó a Daniela para felicitarle el cumpleaños, le dijo que el próximo fin de semana la visitaría sin falta, tenía una sorpresa para ella, Daniel comenzó a llorar, el preguntó si estaba bien, ella le respondió que no, que debían hablar seriamente, el hombre quedó preocupado, pues intuía lo que sucedía, buscaría una excusa, para poder viajar a Barcelona antes del fin de semana.

El lunes compró un pasaje de avión para el martes de ida y vuelta, un viaje relámpago  no podía esperar, pidió el día libre en el trabajo, el martes a primera hora de la mañana volaba a Barcelona, quería llegar a casa de Daniela antes de saliera hacia el despacho,  tenía llave, entró sin llamar, allí estaba ella, en pijama, frente a una taza de café. Al verlo se levantó de un salto  de la silla y corrió a sus brazos, deseaba besarle ,amarle ,pero algo se lo impidió, estaba decidida a romper con él .Sentados  uno frente al otro, él le entregó su regalo, eran dos pasajes a París para dentro de quince días, ella le pidió que por favor callara, necesitaba sacar todo el dolor que guardaba dentro de su alma, no había tiempo, así que dejó la charla para la hora del almuerzo, se verían en Vía Layetana como siempre, Luis la despidió con un beso, él tampoco disponía de mucho tiempo, el avión de vuelta a Madrid salía a las seis de la tarde y no podía perderlo.  Daniela pasó la mañana nerviosa e incómoda, llegó la hora de salir del trabajo, tomó un taxi hacia el restaurante, Luis ya estaba esperándola en una mesa, ,pidieron el almuerzo, ella muy seria comenzó a hablar, entre lágrimas le dijo a su amor que aquello era el fin, no podían seguir con esa historia que no iba a ningún lugar, tarde o temprano acabaría  y ella pensaba que cuanto antes  menos dolor, le dijo que le amaba con todo su ser , pero  quizás  mejor decir  adiós y cada uno ,recuperar su vida, el respondió ,que ella era su vida, jamás fue tan feliz como desde que la conoció a ella, lo había meditado mucho hablaría  con su esposa, Luis pensaba  darle la noticia ,en París, deseaba pasar el resto de sus días junto a ella, imaginar no tenerla  era insoportable , reflexionó en voz alta, si su matrimonio estuviera bien  no se habría enamorado de ella, él estaba acomodado a esa vida, pero al encontrarse aceptó la realidad, aquello estaba muerto desde mucho tiempo  ,él ya había solicitado  en la empresa  por si era posible trasladarse a Barcelona, tenía un lugar esperándolo en cuanto  se decidiera, si ella aceptaba ser su compañera y tenía un poco de paciencia, estarían juntos para siempre, Daniela, sonrió no acaba de creer las palabras de él ,como no iba a querer envejecer a su lado, él también era su vida, desde el primer día, los dos sabían que eran el uno para el otro, pero el tiempo debía hacer su trabajo y colocar todo en su lugar como había sucedido. Al acabar su almuerzo, Daniela acompañó a Luis al aeropuerto, en dos semanas estaría con ella para siempre.

Fueron las dos semanas más difíciles para ambos, pero más para Luis, debía explicarle a Cristina la situación no sabía cómo reaccionaría  ella, era una buena mujer  pero nada le unía a ella ya  quería hablarle a su vuelta de Barcelona, así que en cuanto llegó a casa,  pidió a su esposa que lo escuchara unos momentos,  que tenía algo importante que decirle, Cristina entendió el por qué desde durante  tiempo sentía a Luis distante y ausente, Cristina quedó unos instantes meditando, por mucho que se opusiera no solucionaría nada, solo reconocer que aquello estaba acabado y si su lugar era en Barcelona junto a otra mujer lo coherente  era dejarle marchar , el dolor fue inmenso ,pero de nada sirve intentar frenar al viento  eran adultos. Cristina al día siguiente, dejó la casa de los dos para instalarse con su hermana, hasta que Luis solucionara sus cosas y se marchara a Barcelona, se despedirían como dos personas civilizadas, que han compartido quince años de vida cómoda.

Llegó el día  tan esperado, Luis tomó el avión temprano, Daniela lo aguardaba en el aeropuerto del Prat, al verlo  desembarcar, corrió hacía él, cómo una niña ilusionada, se fundieron en un  abrazo besándose como dos adolescente, desprendían el aroma del amor, desde aquel momento no se separaron hasta el fin de sus días, viviendo su amor plenamente.

Magda Jardí

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