Otra noche en soledad, Daniela, resignada frente a la mesa preparada para la cena, cuanto más tiempo pasa, más difícil le resultan soportar las ausencias de Luis ,él nunca la engañó, desde el primer día le dijo que era casado, pero cuando te enamoras, aceptas todo, como la promesa de compartir un fin de semana y en el último momento quedé en palabras, no porque él no quiera pasarlo junto a ella, si no por que surge algo que se lo impide, como la visita de sus padres.
Daniela conoció a Luis en una reunión general de empresa, los dos trabajan para una multinacional de productos farmacéuticos, ella es la gerente en Barcelona, el director de marketing en una sucursal de Madrid, siempre que Luis encuentra una excusa viaja a Barcelona para estar con ella, así llevan dos años. Daniela se acababa de incorporar a la empresa cuando sus vidas se cruzaron, en el primer saludo surgió la química entre los dos, después de la reunión, cenaron todos en un discreto restaurante en el Port Vell, no se separaron en toda la velada, al acabar Luis propuso a Daniela tomar una copa en el bar del mismo restaurante, ella aceptó encantada, aquel hombre había despertado sensaciones mágicas, sentados frente a sus copas, charlaron hasta entrada la madrugada, no había prisa, él tenía reservada la habitación en su hotel hasta el domingo por la tarde, cuando viajaba a Barcelona, le gustaba pasar el fin de semana pues le encantaba esa ciudad, a ella nadie la esperaba en casa, al salir del local, Daniela le sugirió tomar la última copa de la noche en su casa, no vivía muy lejos de allí, a él le pareció buena idea, caminaron despacio cerca de quince minutos, se sentían muy a gusto juntos, a pesar de que ella sabía que era casado, pero no le importaba, tampoco imaginaba que aquello acabaría siendo una larga relación a distancia.
Subieron en el ascensor, a pesar de que vivía en un primer piso, en aquel instante, sus miradas quedaron fijas, incapaces de desviarlas, Daniela era una mujer muy bella y sensual, Luís, era un hombre atractivo e interesante, él acarició le acaricio ,la rodeó por la cintura y se besaron ardientes ,al llegar al rellano, salieron, para entrar en el piso de Daniela, donde la copa quedó en el olvido, retomaron el beso con más ansia, ella tomó la mano de Luís, tirando de él hasta la habitación, allí se dejaron llevar por el deseo, Luis, despacio, desnudo a Daniela, viendo a la más hermosa de las mujeres, ya no podía detenerse ella ayudó al hombre a deshacerse de sus ropas, pues las manos le temblaban por la impaciencia, después de unos abrazos y caricias, acabaron bajo las sabanas, haciendo el amor hasta el amanecer. Daniela le invitó a pasar el sábado con ella, a lo que el no pudo negarse. Fue un día inolvidable para los dos, paseando por Barcelona, visitando lugares hermosísimos, almorzaron en un restaurante de La Vía Layetana, en mitad de la comida, a Luis le sonó el móvil, era su esposa, el respondió con desgana, intentado ser cordial. Al acabar el almuerzo, Luis pensó que era mejor regresar a su hotel, porque cuanto más tiempo pasaba junto a Daniela, más difícil le resultaría separarse de ella, aquella mujer despertaba tantas sensaciones en él, jamás se sintió así, nunca había sido infiel a su esposa, allí mismo se despidieron, con la promesa de llamarse, aunque ella no creyó que él lo hiciera y ella desde luego no daría el primer paso, no pensaba ir tras un casado, lo recordaría como un amante ocasional.
Luis pasó la semana sin dejar de pensar en Daniela, lo inteligente, hermosa y apasionada que era, su rostro, su cuerpo no se borraban de su mente. Cristina, su esposa, comenzó a sentirlo ausente, estaba preocupada, aunque creía que eran problemas del trabajo, pues a su regreso de Barcelona estaba distinto, pensativo, serio, pero no se atrevía a preguntarle.
Luis, salió a unas compras por el centro de Madrid, necesitaba escuchar la voz de Daniela, aprovecho esa escapada para llamarla, ella al ver que era Luis, se estremeció, le respondió muy feliz, él le dijo cuanto la añoraba, cuantas veces estuvo a punto de llamarla, pero por temor no lo hizo, ella emocionada, le respondió que le pasaba lo mismo. Desde aquel momento, los viajes de Luis eran más frecuentes, no podían ser muy seguidos, pues su esposa podía sospechar, pasaba el tiempo y ya no podían dejar de encontrarse, en un par de ocasiones, Daniela fue quien viajó, pero era más temerario verse en Madrid.
Mañana Daniela cumplirá años , este fin de semana para ella era especial, la llamada de Luis a última hora disculpándose por la imposibilidad de viajar, le hizo sentir fatal, pensaba que debían tomar decisiones, siempre se conformó, pero ya pesaba demasiado aquella situación ,no podía compartir con el Navidades, Fin de año, fiestas señaladas, vacaciones, pues él se debía a su familia, nunca le pediría que dejara su vida por ella, era algo que debía ver el, valorar, a estas alturas de la relación ya no podía tener a su familia y a ella, por mucho que lo amara, ella había decidido decirle adiós, aquello era una pesadilla para Daniela, allí estaba, sola, llorando frente a la mesa ,imaginándolo con su familia cenando fingiendo felicidad, aquello la sobrepasaba . Durante la mañana del sábado, Luis llamó a Daniela para felicitarle el cumpleaños, le dijo que el próximo fin de semana la visitaría sin falta, tenía una sorpresa para ella, Daniel comenzó a llorar, el preguntó si estaba bien, ella le respondió que no, que debían hablar seriamente, el hombre quedó preocupado, pues intuía lo que sucedía, buscaría una excusa, para poder viajar a Barcelona antes del fin de semana.
El lunes compró un pasaje de avión para el martes de ida y vuelta, un viaje relámpago no podía esperar, pidió el día libre en el trabajo, el martes a primera hora de la mañana volaba a Barcelona, quería llegar a casa de Daniela antes de saliera hacia el despacho, tenía llave, entró sin llamar, allí estaba ella, en pijama, frente a una taza de café. Al verlo se levantó de un salto de la silla y corrió a sus brazos, deseaba besarle ,amarle ,pero algo se lo impidió, estaba decidida a romper con él .Sentados uno frente al otro, él le entregó su regalo, eran dos pasajes a París para dentro de quince días, ella le pidió que por favor callara, necesitaba sacar todo el dolor que guardaba dentro de su alma, no había tiempo, así que dejó la charla para la hora del almuerzo, se verían en Vía Layetana como siempre, Luis la despidió con un beso, él tampoco disponía de mucho tiempo, el avión de vuelta a Madrid salía a las seis de la tarde y no podía perderlo. Daniela pasó la mañana nerviosa e incómoda, llegó la hora de salir del trabajo, tomó un taxi hacia el restaurante, Luis ya estaba esperándola en una mesa, ,pidieron el almuerzo, ella muy seria comenzó a hablar, entre lágrimas le dijo a su amor que aquello era el fin, no podían seguir con esa historia que no iba a ningún lugar, tarde o temprano acabaría y ella pensaba que cuanto antes menos dolor, le dijo que le amaba con todo su ser , pero quizás mejor decir adiós y cada uno ,recuperar su vida, el respondió ,que ella era su vida, jamás fue tan feliz como desde que la conoció a ella, lo había meditado mucho hablaría con su esposa, Luis pensaba darle la noticia ,en París, deseaba pasar el resto de sus días junto a ella, imaginar no tenerla era insoportable , reflexionó en voz alta, si su matrimonio estuviera bien no se habría enamorado de ella, él estaba acomodado a esa vida, pero al encontrarse aceptó la realidad, aquello estaba muerto desde mucho tiempo ,él ya había solicitado en la empresa por si era posible trasladarse a Barcelona, tenía un lugar esperándolo en cuanto se decidiera, si ella aceptaba ser su compañera y tenía un poco de paciencia, estarían juntos para siempre, Daniela, sonrió no acaba de creer las palabras de él ,como no iba a querer envejecer a su lado, él también era su vida, desde el primer día, los dos sabían que eran el uno para el otro, pero el tiempo debía hacer su trabajo y colocar todo en su lugar como había sucedido. Al acabar su almuerzo, Daniela acompañó a Luis al aeropuerto, en dos semanas estaría con ella para siempre.
Fueron las dos semanas más difíciles para ambos, pero más para Luis, debía explicarle a Cristina la situación no sabía cómo reaccionaría ella, era una buena mujer pero nada le unía a ella ya quería hablarle a su vuelta de Barcelona, así que en cuanto llegó a casa, pidió a su esposa que lo escuchara unos momentos, que tenía algo importante que decirle, Cristina entendió el por qué desde durante tiempo sentía a Luis distante y ausente, Cristina quedó unos instantes meditando, por mucho que se opusiera no solucionaría nada, solo reconocer que aquello estaba acabado y si su lugar era en Barcelona junto a otra mujer lo coherente era dejarle marchar , el dolor fue inmenso ,pero de nada sirve intentar frenar al viento eran adultos. Cristina al día siguiente, dejó la casa de los dos para instalarse con su hermana, hasta que Luis solucionara sus cosas y se marchara a Barcelona, se despedirían como dos personas civilizadas, que han compartido quince años de vida cómoda.
Llegó el día tan esperado, Luis tomó el avión temprano, Daniela lo aguardaba en el aeropuerto del Prat, al verlo desembarcar, corrió hacía él, cómo una niña ilusionada, se fundieron en un abrazo besándose como dos adolescente, desprendían el aroma del amor, desde aquel momento no se separaron hasta el fin de sus días, viviendo su amor plenamente.
Magda Jardí
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